jueves, 22 de enero de 2015

CARTA A LOS HIJOS DEL MUNDO

Por Yaco Albala
Hijo mío. Estos conceptos te han de servir hasta que puedas gritarle al mundo Que Eres Un Hombre Libre. En las lejanas tierras de tu pasado creció una flor que jamás fue cultivada por manos humanas dejó el testimonio de Su Presencia para que a lo largo de la Existencia, fuera Tu Guía, tu inseparable compañía y el Testigo Inmortal de tus andanzas humanas. Nada te pidió y nada te pedirá pero algún día, si logras servirle, Ella se reconocerá y Tú Te Sabrás Inmortal. Busca el camino donde la noción del Yo se extinga, anhela todo aquello que no puedas poseer pero que sabes que te ha de pertenecer Eternamente. No dependas, creyéndote separado de lo dependido. Únete definitivamente y declara tu propia independencia. La Originalidad es el rasgo que el Creador ha puesto en el hombre y significa su Imagen y Semejanza. Reconócela y recórrela como tu más exaltada realidad. Vívela en el secreto lugar del corazón donde Tú eres Él y Él es Tú Mismo. Obedece a la Vida y ésta te servirá. Ella custodia el significado de tu Existencia y permanecerá en Ti hasta que Tú tengas noción de la Vida Eterna. No creas conocerte ni aún conociéndote. Eres el Uno pero jamás sabrás de Él mientras seas solamente un hombre. Contempla la llama que te precedió cuando nada sabías. Busca en cada corazón humano tu propio pasado y redímelo. No juzgues, pues los juicios están a merced de los vientos y éstos, finalmente, originan tempestades. Mantén tu calma y vive en el Templo de Tu Interior, no aislándote, sino obsequiándole al mundo el regalo de Tu Presencia. Vive entre los hombres pero cuídate de sus criterios. Éstos nada saben de la razón que los trajo a la Vida ni lo que será de ellos cuando la abandonen. Busca la compañía de tu soledad y en ella encontrarás el mundo y todo cuanto merece vivirse. Mantén en tu corazón la llama de la bondad, como una condición de Tu Existir. Aprende a volar en alas de Tu Genio y el Cielo te será posible. Comprende que la Vida es el envolvente misterio del Creador. Que la Unidad es el incesante fenómeno de la Renovación. Y que en la humildad, te consagras a Ti Mismo. Contempla lo esencial pero guíate por la respuesta de lo visible. Fórjate en la caverna de tu corazón y proclámate Divino. Sé piadoso antes que justo, pues la benevolencia es el rasgo que caracteriza a los ebrios de Dios. Resuelve ser para Ti Mismo el impensado goce de Existir. Sé un obediente de la Ley y transita por el filo de la Profecía. Recuerda que la Compasión es la aliada de la Sabiduría y posee la fina delicadeza de permanecer ignorada. Acepta que el mundo no estará de acuerdo contigo si has resuelto ser Tú Mismo. Hijo mío... La Tierra me recibió mil veces y cada vez que la visité amé lo que viví, aprendí de lo que encontré, y tuve nostalgia de lo que dejé. Así gané amistades que aún conservo, mantengo recuerdos que jamás olvido y si hay algo que suponía haber perdido tengo la absoluta certeza De Que Espera Por Mí. En las Bodas Internas que tu Alma algún día celebrará no te olvides de ese gran invitado que es el Mundo. Crece sin tener noción de tu crecimiento y la brisa predicará tu mensaje, la naturaleza hará resonar tu voz y lo Eterno te dará el indescriptible goce de saber quién eres. Camina por el mundo y haz de la vida el reflejo de la Verdad y así Ella, que todo lo puede, se establecerá en tu corazón, desplazará a su antiguo dueño y éste será el más eficiente de los servidores. Sabrás de la Existencia a través de Él y Él vivirá gracias a Ti. Serás fuente infinita de misericordia y tendrás el poder que la Divinidad te concede para ser un mediador en el mundo de los hombres. Utilízalo siendo manso y providencial como la mano de Dios. Y finalmente, hijo mío, comprende que... El Amor concede sentido a la vida y razón a nuestra presencia en este mundo. El Amor es el fin del sufrimiento y el comienzo de la libertad. El compás de espera entre dos vidas y el deseo mismo de vivir. Es el afán que todo lo puede, la mirada que todo lo penetra, la Gracia que todo lo concede. Por el Amor el mendigo se hace rey, el huérfano conquista el mundo, el moribundo alcanza la Vida Eterna. No son las acciones las que atraen la mirada de Dios, no es la agudeza del intelecto la que nos hace predilectos. Tan sólo el Amor. Las palabras humanas difícilmente le hagan justicia, no hay labios que puedan pronunciarlo, ni manos que puedan concederlo. Solamente el silencio del Corazón cual un mudo testigo entre Dios y el Ser.

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